El control que en la actualidad existe en las carreteras españolas, exige que los conductores tengan todos los sentidos puestos en la conducción, pues cualquier error puede llevar aparejado además de un accidente, una multa de tráfico. Si a las imprudencias que se comenten por desgracia le sumamos la eficiencia de los nuevos radares instalados, la fórmula no da lugar a error: incremento de multas.

Esto es lo que están experimentando los conductores de Castellón que han comprobado como en los diez primeros meses del año, sus cifras han aumentado considerablemente respecto al mismo periodo de 2011. Se ha pasado de una media diaria de 235 a 240 multas, y eso claramente se nota en los bolsillos y en las economías domésticas. Los motivos en esta ocasión parecen bastante obvios. Por un lado se cree que «la gente ha bajado la guardia», tal como indicaba el presidente de la Asociación Provincial de Autoescuelas, Jaime Amorós, después de un periodo de mayor concienciación tras la puesta en marcha de nuevas medidas como el carnet por puntos.

Por otro lado, la presencia cada vez más constante de radares en las carreteras ha hecho que muchos conductores se atengan a las normas de circulación y en concreto de velocidad, y si no lo hacen, las multas se disparan como está comprobado. Por el contrario en 2011 descendieron las sanciones de tráfico debido a que no todos los radares estuvieron operativos por la existencia de muchos tramos viarios en obras y porque hubo una huelga de bolis caídos de los agentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, que denunciaron menos la existencia de estos hechos. Una gran diferencia respecto a lo que sucede ahora.