No toda cámara desde las alturas custodiando la entrada de un túnel tiene por qué ser un radar. Existen excepciones en semáforos, pórticos o cabinas que se sitúan a conciencia en las carreteras para despistar y lograr con el peso de las multas intimidar a los conductores. Existen ciertos rasgos clave para detectar estos falsos radares.
Cualquier aparato encima de una cabina o infraestructura sospechosa , despierta las alertas de los conductores por considerarse vigilados a través de los radares de velocidad. Sin embargo aunque su proliferación por las vías es importante, no todo lo que parece radar llega a multar. Entre estos falsos radares encontramos cabinas muy similares a las utilizadas por la Dirección General de Tráfico (DGT) que imitan color y forma pero tienen la particularidad de que a éstas les falta el orificio o agujero por el que se captaría la imagen del conductor infractor. Un detalle que en circulación pasa desapercibido y que puede ser el principio para la colocación de un nuevo dispositivo.
Del mismo modo los falsos radares que más despistan a los conductores, son los que se sitúan encima de algunas farolas o puentes, que lejos de intentar cazar en una instantánea la infracción de un conductor tratan cumplir la función de contadores de tráfico, determinando el volumen de coches en las carreteras o se tratan a su vez de células fotovoltaicas para en el caso de las farolas, suministrar energía para que éstas se iluminen.
El afán recaudatorio colabora con las malas interpretaciones
Otra de las formas que más inducen a la confusión de los conductores en tema de radares, son los lectores de matrículas que podemos encontrar en aparcamientos principalmente de ciudades para llevar un control más exhaustivo del tiempo que el vehículo permanece estacionado. Si a estos dispositivos de forma tan similares se les suma el interés que se tiene en la actualidad por recaudar, no es de extrañar que nos sintamos continuamente vigilados y rodeados por estos radares controladores.
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