Mostrar una confianza ciega en las rutas del GPS, obviando en muchos casos nuestro propio sentido común o criterio, puede suponer que nos perdamos o que terminemos en los sitios más inesperados. No seríamos los primeros ni los últimos que con este dispositivo acabamos más perdidos que si no lo lleváramos.
Desde la aparición del GPS, muchos conductores respiraron aliviados al solucionar este dispositivo los problemas habituales de orientación, uno de los máximos conflictos de todo conductor cuando quiere hacer un desplazamiento a cualquier lugar. Sin embargo en muchos casos infravaloramos nuestros conocimientos, dejando a la tecnología que haga todo y esto puede jugarnos malas pasadas.
Un buen ejemplo de ello sería el camino que hizo una conductora desde Bruselas hasta Zagreb, cuando por el fallo de un GPS y por supuesto su mala cabeza hizo cerca de 1.450 kilómetros cuando tenía sólo que llegar a conducir escasos 150. Éste no es un ejemplo aislado ni mucho menos y a ello se suma lo sucedido en una céntrica calle de Teruel.
Una vía que de toda la vida ha sido peatonal, pero que por la mala actualización de los GPS o simplemente por un fallo y una confianza ciega del conductor en el dispositivo, terminan los vehículos atrapados en sus escaleras empinadas. Una maniobra imposible que se arregla únicamente con la aparición de la grúa. Y esto no es un episodio puntual porque «ya ha habido cinco casos», como confirman los impresionados vecinos.
Una calle cuyas escaleras se ven perfectamente pero que la obsesión por seguir las instrucciones del GPS, convierte en un susto y anécdota finalmente. Si a esto le sumamos que la excesiva concentración, puede costarnos también multas de tráfico al volante, tendremos que considerar que el GPS es un buen instrumento de orientación pero siempre que se use con cabeza.
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