En momentos tensos en los que la economía pende de un hilo y las multas de tráfico no hacen más que incrementar como fórmula mágica para llenar las arcas de los ayuntamientos, el municipio de O Grove en Pontevedra ha logrado precisamente todo lo contrario. En lo que va de año, los agentes han impuesto unas 580 sanciones, en contraste con las 2.140 multas con las que se cerró 2011.

Desde el ayuntamiento del municipio gallego, lo tienen claro y consideran que esta reducción de las multas no se debe a que los ciudadanos hayan tomado cartas en el asunto y se muestren en estos momentos más responsables, sino a que la Policía Local ha establecido un «boicot de bolis caídos» que ha mermado más que considerablemente el número de sanciones durante este tiempo.

Sin embargo lo llamativo del asunto es que por esa drástica reducción de las multas la Policía Local de O Grove no cobrará el año que viene horas extras ni podrá renovar sus uniformes al no haber recaudado suficiente para que el Concello se haga cargo de estos gastos. Un ejemplo más de que por unos motivos u otros es una realidad las presiones que reciben los policías para multar más.

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