La mano dura se ha extendido en Cartagena y como resultado el Ayuntamiento recaudó el año pasado medio millón más de euros por multas de tráfico. Su principal arma el denominado coche ‘ponemultas’ o coche ‘jirafa’ que con su cámara integrada se ha convertido en un barrera difícil de franquear por esos conductores más atrevidos.
El ritmo frenético de este sistema automático para poner multas castiga especialmente a quienes dejan su vehículo en doble fila, invadiendo pasos de peatones o sobre la acera, sobretodo en las calles del Ensanche, lugar que se ha convertido en uno de los principales objetivos policiales. Y de las continuas faltas captadas se puede resumir que el coche ‘ponemultas’ alcanzó durante los dos primeros meses del año un ritmo imparable de 150 sanciones al día. Hecho más que suficiente para que las multas de esta ciudad murciana se hayan disparado y la recaudación haya crecido casi un 75%.
Sin embargo estas elevadas cifras también han provocado un alzamiento de voces que capitaneadas por el sindicato mayoritario en la Policía Local de Cartagena, UGT, critica duramente la política férrea que se ha establecido en todo lo relacionado con las sanciones tanto de tráfico como de todo tipo de ordenanzas por el mero hecho de recaudar más y aliviar la difícil situación de las arcas municipales.
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