La Policía Municipal de Madrid ha convertido en habitual la imagen de un coche-radar situado en la calle O’Donnell y justamente escondido antes de la incorporación a la M-30 norte, que está siendo blanco de multas para los conductores además de un peligro para su seguridad.
Con más ánimo de recaudar que otra cosa, la Policía Municipal de Madrid ha tomado por costumbre entre las 8.00 y 9.00 de la mañana, esperar a los conductores confiados en la calle O’Donnell con un coche-radar destinado a controlar la velocidad en la incorporación a la M-30. Su misión es multar a todo aquél que pase de los 50 km/h en un tramo cuya señalización establece permitido alcanzar los 70 km/h.
Una contradicción que refleja un claro afán recaudatorio al existir una señal física que establece como límite los 70 km/h y aprovechando el límite urbano se imponen multas de tráfico a los que superen los 50 km/h. Una acción que los asiduos a este trayecto ya deben conocerse y que está empezando a comprometer la seguridad de los que circulan por la autovía.
Ante la inminente sanción, muchos de estos conductores que ya han vivido en su propia piel esta multa, al llegar al punto en el que está apostado el coche-radar, frenan drásticamente lo que supone un alto riesgo de colisiones de los vehículos que van a incorporarse a la autovía y que tienen escaso tiempo de reacción ante estos frenazos. Un fin que para nada justifica los medios y que resulta un peligro para los ciudadanos con tal de ganar dinero.
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