Cuando el rigor se aplica, no hay razón a la que acogerse para librarse de las multas de tráfico. Tanto son así las exigencias que ni los propios agentes encuentran escapatoria si rebasan los límites de velocidad y son captados por la Guardia Civil o las cámaras. Unas medidas tan extremas como cuestionables en función de los diferentes contextos.
Que la La Guardia Civil sancione no resulta especialmente noticioso, pero si si lo hace en esta ocasión a un agente por su exceso de velocidad cuando éste se encuentra de servicio, el asunto toma otros matices. El supuesto infractor, del Puesto Principal de Arguineguin (Gran Canaria) cuando se vio sancionado, acudía a detener a un presunto autor de malos tratos que se encotnraba en búsqueda y captura desde el día anterior.
Esta razón no tuvo suficiente peso y auque se trataba de una llamada de urgencia, la Benemérita consideró que la velocidad era totalmente «inadecuada para la vía», motivo suficiente para imponer la respectiva multa de tráfico, además de abrirle un expediente disciplinario por haber cometido una falta grave.
Multas de tráfico que cambian prioridades
Un precedente muy criticado y que además de la controversia que ya está generando, puede hacer que cambien ciertos intereses por parte de los agentes. Por un lado y según su propio código, en situaciones de emergencia lo primero en lo que tienen que pensar es en el bienestar de los ciudadanos, sin embargo ante la amenaza de multas por exceso de velocidad, estos podrían anteponer este principio y motor por el que se rige su trabajo, para no ser víctimas de sanciones.
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