Está claro que la mejor forma de evitar ser pillado por un radar, radica en guardar todo tipo de respeto a lo que determinan los límites en la carretera. Sin embargo para intentar lograr poner en evidencia la inteligencia de estos sistemas de control, se ha logrado determinar la velocidad que volvería invisibles las matrículas de los coches.
El hombre siempre cuenta con una gran ambición en el aprendizaje y un buen ejemplo de ello, lo encontraríamos con un estudio que los mismos alumnos han planteado en la universidad de Leicester en Inglaterra. El objetivo era demostrar en un principio y como se ha conseguido de primeras de manera teórica, cómo los conductores pueden escapar al control de los radares si pudieran conducir tan rápido que las placas de la matrícula se volvieran invisibles a estas cámaras de vigilancia.
Para ello y obviamente como resultado de operaciones físicas han llegado a la conclusión de que un radar no pillaría un exceso de velocidad siempre y cuando el conductor circulase a algo menos de 200 millones de kilómetros por hora, casi una sexta parte de la velocidad de la luz. Algo que no puede ser realidad dado que el hombre no es capaz, por lo menos todavía, a fabricar un tipo de vehículo que se acerque al menos a esas características.
Esto demuestra la gran eficacia que han conseguido para vigilar las carreteras de los excesos con los radares de velocidad. Un instrumento que es el principal factor a la hora de determinar y demostrar multas de tráfico por excesos de velocidad, aunque también cuente con puntos débiles. De cualquier forma y aunque no es algo que pueda plantearse, resulta curioso conocer la velocidad que se tendría que alcanzar para que estos aparatos no funcionen. La mejor forma de evitarlos es y seguirá siendo, respetar siempre los límites, no sólo por las multas sino por la propia seguridad de los conductores.
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