La situación económica está presente constántemente en nuestras cabezas. Noticias, periódicos y radios nos lo recuerdan todo el tiempo y ante la impotencia e incertidumbre que sentimos al no saber qué nos deparará el futuro, hay que sumarle una serie de miedos. Los temores van desde el hecho de poder perder el trabajo, de no llegar a fin de mes, de tener una hipoteca pendiente o simplemente por la asfixia de los gastos habituales o de los esporádicos, donde entran en acción las multas de tráfico.

La crisis económica ha disparado el temor de los conductores españoles a ser multados. La capacidad económica por lo general ha mermado y el hecho de recibir una multa de tráfico supone un gran esfuerzo y afecta mucho más que antes. En esta misma línea y como explicación a este incremento del miedo de los conductores, tiene que ver el hecho de que hayan aumentado las medidas de control y seguridad por parte de las autoridades y sea ahora mucho más fácil recibir una multa de tráfico de lo que era antes.

Las reparaciones de los radares que tuvieron lugar en verano, los constantes rumores y afirmaciones del papel de recaudadores de los agentes, al tener que cumplir con unos objetivos para mantener sus complementos salariales, así como el deseo de llenar las arcas de los maltrechos municipios, son motivos suficientes  que no han apaciguado precisamente estos miedos sino que los han alimentado más. Por ello, en estos tiempos los conductores deben intentar extremar todas las preocupaciones y cumplir lo que dicta la ley, que un gasto extra de una multa de tráfico puede resultar aparatoso si se quiere llegar bien a fin de mes.