El exceso y abuso ha terminado por cansar a los conductores. Estos en un principio que preferían el pronto pago para no agobiarse en papeles administrativos, finalmente han dado un giro y apuestan ahora más que nunca por una correcta defensa. No es sólo ya una cuestión económica sino de honor ante demasiado afán recaudatorio.

Los conductores cada vez lo tienen más claro y si antes eludían cualquier tipo de trámite por no complicarse o creyendo que les saldría más elevado que la propia sanción, las tornas han cambiado en la actualidad. El hecho de que se esté en una situación económica delicada y que todos tengan muy en cuenta que los ayuntamientos han aprovechado con muy buen tino la existencia de una crisis para poder enriquecerse tras años de despilfarros, son los grandes motivos que han hecho posible el cambio de mentalidad.

Si antes una multa de tráfico se pagaba sin rechistar, ahora no es tan fácil silenciar a los conductores. El afán recaudatorio ha sido excesivo llegando a cotas nunca antes vistas el anterior año y en el presente. Las zonas azules proliferan y los controles también, aprovechando cualquier descuido o no en los peores casos para plantar las multas de tráfico sin ningún temblor en las manos. Por ello se ha dejado a un lado la pasividad para optar por la defensa. Los conductores lo que menos quieren es que se les tome por tontos.

Ante este cambio se tiene que tener en cuenta que todo esfuerzo termina teniendo recompensas, que la paciencia es una virtud que en estos casos se tiene que tener más presente que nunca y que un buen asesoramiento y profesionales de nuestro lado, pueden dejar nuestro honor y crédito por encima de los intereses económicos.

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