Los radares aparecen en carreteras y ciudades con la intención de captar infracciones de manera más meticulosa de lo normal, convirtiéndose en terror de los conductores con las multas. Sin embargo también se están utilizando los radares como trampa, para igualmente frenar la velocidad de los conductores.
La pesadilla de todo conductor suele ser la visión de un radar en carretera y la hipotética multa de tráfico que le sigue al encuentro. Los ayuntamientos y Tráfico lo saben y es por ello que en numerosas ocasiones utilizan con total libertad en las carreteras las cajas que esconden los radares como mero elemento disuasorio sin que en su interior exista ningún dispositivo de control.
Se tratan de radares trampa, controles ‘fantasma’ que paradójicamente logran que los conductores pisen el freno ante su inminente aparición. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en dos radares que se ubicaron en diciembre en Madrid. Situados uno en el Paseo de Santa María de la Cabeza, sentido entrada a la capital y el otro en el Paseo de la Castellana, frente a la Paz, sentido salida, se encuentran todavía inactivos y las señales tapadas, a la espera de que se hagan efectivas todas las pruebas.
Desconfianza ante el temor recaudador
Sin embargo el temor recaudador, hace que los conductores desconfíen y llegados al punto conflictivo de presencia de estos radares, estos frenen hasta los 50 km/h, cumpliendo finalmente el cometido que representan estos radares. Una medida preventiva que se utiliza como mecanismo de protección porque aunque el Ayuntamiento ha determinado que cuando estos dispositivos estén funcionando lo hará saber con un comunicado, los conductores prefieren mantener cierto recelo con el organismo que busca regenerar sus cuentas a base de multas.
Recent Comments