La utilidad para los conductores de los detectores de radar o antirradares es completamente manifiesta, sin embargo Tráfico ha decidido con su nueva legislación que serán materia prohibida al igual que en su día prohibió los inhibidores, entonces ¿cuáles serán las alternativas para esquivar los controles de velocidad?

Por lo pronto a esta pregunta todavía no hay respuestas dado que se mantiene una corta esperanza de que se permita en el nuevo Reglamento General de Circulación alguna concesión para estos dispositivos antes de que lleguen las multas. Los conductores demandan soluciones a este respecto dado que muchos de ellos gastaron el dinero en estos dispositivos y en su instalación y ahora tendrán que deshacerse de ellos si no quieren ser sancionados.

La idea que se tiene ahora para prevenir de los radares, tiene por interrogante si hay algunos de estos detectores en el mercado que no nos impliquen su instalación y uso multas de tráfico. Una forma de seguir preveyendo a los conductores para que en determinados tramos bajen sus velocidades, acatando lo que marca la ley.

Los que a todas luces son legales y se alejan un poco del sentido de los detectores que quedarán en un futuro prohibidos, son los avisadores de radar, tecnología pensada en la localización que actúa como GPS y nos indica cuando nos aproximamos a un radar fijo o a un punto negro en las carreteras. No precisan instalación y son más baratos que los detectores de radar (entre 99 y 200 euros aproximadamente).

El problema llegará con los detectores de radar cuya eficacia es mucho mayor que los anteriores y que basan su acierto en la detección de las ondas que emiten los radares, tanto fijos como móviles, reflejadas en otros vehículos, señales o asfalto. Su precio al igual que su efectividad es mayor, dado que avisan hasta con 700 metros de antelación.

Es precisamente este porcentaje de acierto, con lo que la DGT quiere terminar, como en su día hizo con los inhibidores que se dedicaban a anular la señal para que la policía no pudiese captar correctamente la velocidad de los coches. Una acción que nos ha inducido a pensar que el afán recaudatorio sigue siendo una máxima encubierta de seguridad, porque ofrecer más velocidad y hacer que los detectores y avisos de radar tengan los días contados se ve como una maniobra clara para aumentar las multas de tráfico.