En muchas ocasiones un día redondo en el cuál regalábamos al mundo la mejor de nuestras sonrisas se ha torcido cuando nos hemos subido al coche y hemos tenido que hacer frente al estrés, pitos y congestión de tráfico que han disparado en todos los sentidos nuestros niveles de adrenalina.
Esto no son reacciones aisladas, es más, salvo escasas excepciones la mayoría de las personas nos volvemos agresivas, violentas y faltonas cuando agarramos el volante. No es un tópico sino una realidad que a diario se vive y que demuestra lo poco pacientes que podemos llegar a ser cuando nos encontramos dentro del coche. Cualquier pequeño imprevisto desata de nuestra boca colecciones de insultos que a veces podrían parecer hasta inventados y si alguno osa llevar la réplica descargamos con furia la mano sobre la bocina para alzar aun más nuestra voz.
Está demostrado que conducir por lo general supone estrés para las personas que creen que por el mero hecho de ir en un coche se convierten en dioses invencibles a los que nadie puede detener. Sin embargo los contratiempos son lo más común en el orden del día y es ahí cuando sin duda pinchamos. La manera de contrarrestarlos torna nuestro humor por ello siempre nos sorprenderá como el estirado caballero de corbata de seda y traje de marca en sólo unos minutos pasa de las más educadas palabras a lanzar fuego como si se tratase de un auténtico dragón.
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