El problema de las multas de tráfico comienza a ser realmente grave y el afán recaudatorio imposible de disimular. A las tradicionales sanciones por velocidad en carretera, nadie está exento y hasta los propios niños deben tener en cuenta los límites de velocidad.
Y es que ahora se miden con lupa las infracciones sin tener en cuenta la edad u otras circunstancias. Lo importante es multar. Esto ha quedado de manifiesto con el caso de Iñigo, un niño de seis años de Merindad de Sotoscueva en Burgos, que también se ha convertido posiblemente en la más joven de las víctimas de las multas de tráfico.
Su pecado, considerado imposible de excusar por la Guardia Civil, ha sido saltarse un Stop con su bicicleta y tener la mala suerte de ser pillado en esa acción considerada de auténtico peligro para la circulación. Tanto él como su padre que le acompañaba en el paseo de bicicleta, recibieron el alto de los agentes que lejos de abroncar tal acción, rápidamente vieron una buena ocasión para hacer efectiva una multa de tráfico.
Una sanción de 200 euros que fue pagada por el padre del niño al momento quedándose el importe en la mitad, aunque aún habiéndola pagado están decididos a recurrirla. Sus motivos tienen, al considerar que los agentes eran los que iban «más veloces de la cuenta» y que ante la observación del padre de Iñigo de esta circunstancia se lanzaron a multarles.
Una batalla que acaba de empezar y por la que el padre de este niño de 6 años va a pelear duro, al considerar que los agentes fueron unos «déspotas» que actuaron tal vez movidos por cierto rencor muy duramente con un niño que como es lógico terminó llorando al no entender nada de esta extraña situación.
Peor es celebrar el entierro del niño, tras una imprudencia vial. Eso si es una VICTIMA.