El hecho de poder elegir qué se hace con el dinero procedente de una infracción no es una opción que el conductor puede elegir. Sin embargo, cansados del interés recaudatorio de muchos municipios se ha elevado como propuesta que el dinero de una multa de tráfico pueda favorecer la educación vial y no ir a parar a las arcas de los ayuntamientos.
Una propuesta un tanto ambiciosa que permitiría al conductor elegir, ya que se ve obligado a pagar, la mejor opción en la que se pueda invertir su dinero. De esta manera se terminaría con parte del afán recaudatorio de muchos municipios que han visto una muy buena salida en la proliferación de las multas de tráfico, para tapar sus agujeros. Esta idea que ha partido de la Asociación Española de Accidentología Vial, pretende hacer extensible una de las funciones y asignaturas que la Dirección General de Tráfico (DGT) tiene, con la seguridad vial.
De esta forma con el apoyo de las víctimas de accidentes, se pretende poner un foco de hacia dónde van a parar las multas de tráfico municipales que se pagan, que en estos momentos no es una opción conocida aunque sí por todos intuída, que lograría frenar el interés y afán recaudatorio por lograr infracciones y multas desde los ayuntamientos. Un pago a la carta en donde los infractores tomarían decisiones sobre cómo quiere que se utilice su dinero dentro del municipio.
Para acotar más esta propuesta y aunque se dé voto y voz al conductor multado, se pretende que de salir adelante esta idea, el dinero vaya destinado a incrementar cursos tanto de seguridad como de educación vial. Una labor para reducir la siniestralidad y también el número de multas de tráfico, dando más poder al conocimiento de las normas que a los castigos.
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