La ligereza con la que se habla y se ven en la actualidad multas de tráfico, ha hecho que veámos este castigo como algo normal y hasta casi cotidiano cuando realmente no es nada normal. Un efecto muy adverso que no sólo hace que se pierda el miedo a las consecuencias que nuestros comportamientos pueden tener en la carretera, sino que también olvida los derechos que dejamos en el camino por el simple hecho de pagar.
La situación de que se haya estallado en júbilo estas Navidades por el dato de que se hayan reducido los siniestros en la carretera y en concreto el día de Nochevieja, dice mucho al respecto. Hemos adoptado como normal que haya accidentes y que en una fiesta concreta por la emoción y alcohol estos se disparen. Del mismo modo resulta cotidiano las infracciones y sus correspondientes multas de tráfico que vemos constantemente a nuestro alrededor, conviviendo con ellas y practicamente ya sin inmutarnos o quejarnos.
Una situación que nos convierte prácticamente en autómatas que no saben distinguir ni sentir ante lo que se encuentra a su alrededor. Robots que ven determinados comportamientos como normales y que además han perdido la capacidad de defenderse cuando la infracción está hecha. Una combinación peligrosa en los tiempos que corren, donde las multas de tráfico se han convertido en la mejor solución para paliar los agujeros de los ayuntamientos y lo que más se desea son corderitos que no se rebelen.
Por ello no sólo desde Pyramid Consulting luchamos por hacer justicia contra el afán recaudatorio, sino también porque los ciudadanos ejerzan sus derechos y no crean como normal lo que realmente no lo es. A veces pagar sin más no es la solución y hay que gastar esfuerzos en la defensa de nuestros intereses e inocencia. La dignidad y la capacidad de superación son dos grandes rasgos que nos diferencian de las máquinas y no se pueden perder con la cotidianidad.
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