España es diferente. Eso ya lo sabemos por activa y por pasiva y lo que en otros países europeos funciona bien, aquí llega más tarde y siempre con ciertas desventajas. Lo último que ha provocado indignación en la sociedad, son las cifras de las indemnizaciones de las víctimas de tráfico, que están muy por debajo de las de nuestros países vecinos.

El atraso con el actual sistema que funciona para las indemnizaciones a las víctimas por accidente de automóvil nos sitúa  a la cola, tal como se desprenden los últimos datos del Boletín Oficial del Estado (BOE). Este sistema de valoración de daños y perjuicios a personas se queda corto por todos lados, sirviendo como centro de críticas a la Asociación Estatal de Víctimas de Accidentes (DIA) que se hace eco sin ningún pudor.

Y es que los estudios llegan a afirmar que algunas de estas indemnizaciones deberían multiplicarse entre 3,5 y 9,5 veces su valor para llegar a equipararse al resto de los países europeos. En palabras del presidente de la asociación DIA, Francisco Canes «el coche no puede valer más que la vida de una persona, es un insulto para la víctima y para la persona», haciendo referencia a las cifras que se ofrecen para estos casos extremos.

El importe mínimo lo fija el gobierno tras un acuerdo con las aseguradoras y aunque se ha intentado reajustar tras la subida del IPC se tilda como completamente «insuficiente» y desajustado. Las diferencias que presenta a grandes rasgos se sitúan en que la indemnización tras la muerte de un menor de edad se sitúa en torno a los 48.000 euros pero las cifras cambian radicalmente si eres mayor de 25, donde la cuantía apenas alcanza los 9.000 euros. Y puede resultar frío hablar de números ante pérdidas humanas, pero también lo es, reducirlas éstas, a valores materiales tan básicos.

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