La nueva directriz con las distracciones en carretera, ha dado lugar a una serie de multas de tráfico que pasan de ser desde minuciosas en exceso, hasta auténticas maniobras de espionaje en busca de la esperada sanción. La última acción que ha llevado a multa de tráfico a un conductor: mirar para abajo.
La atención en carretera se mide estos días con lupa y tal es la obsesión que hasta las acciones más simples y sin ninguna intención, se ven claramente como objeto de infracción. Coger un chicle, morderse las uñas e incluso sintonizar la radio están siendo ejemplos claros de cómo las acciones que siempre hemos venido haciendo, ahora son multadas sin ningún tipo de duda.
También está el caso de los polémicos giros de cuello y esta última intervención por la que un camionero con las iniciales J.V.C ha sido denunciado por la Guardia Civil al paso de la A-3, en torno al kilómetro 125 de esta vía. Su pecado al parecer, residía en que «miró para abajo», una acción que desde el punto de vista de los agentes, es un motivo más que suficiente de distracción que puede poner en peligro la conducción.
La extraña habilidad de los agentes
Una multa de tráfico llevada al extremo y que cuenta con un sospechoso interés recaudatorio, dado que aprovecha la presunción de veracidad del agente para sin contar con fotografía alguna, que esta palabra e impresión de la autoridad, sea motivo de peso para multar al conductor. Un ojo espía que todo lo ve y que cuenta también con la extraña habilidad de determinar con precisión los giros de cuello o movimientos de cabeza que se acercan o no a la infracción.
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