La teoría nos indica que la existencia de radares tiene un fin muy concreto y éste es velar porque se cumplan los límites y las normas en las carreteras para garantizar la seguridad de los conductores. El problema se presenta cuando estos  dispositivos comprometen la propia seguridad por interés recaudatorio.

Esto lo encontramos materializado en los radares situados en el túnel de Beiramar de Vigo. Su funcionamiento actualizado para que no se escape ningún conductor, quedaba hasta el momento destinado a captar la matrícula trasera de los vehículos que superaban la velocidad marcada a 50 km/h. Con la modificación, estos dispositivos amplían su campo de visión y multiplican por dos su capacidad para sancionar.

Este cambio que ha causado un gran malestar entre los que frecuentan este punto en sus trayectos, viene acompañado de un riesgo que desde los Medios Sociales ya se hacen eco diferentes usuarios.  Activar los radares de frente implica que el flash que salta, traiga consigo una ceguera temporal  de unos pocos segundos en donde ya no sólo el riesgo radica en una multa, sino en una colisión o peligro de accidente bajo estas circunstancias.

Más multas en un túnel peligroso

Si a esto se le suma que este túnel ya ha sido objeto de estudio por parte de la Unión Europea al tener baja visibilidad, falta de arcenes y salidas de emergencia, los conductores no dudan en constatar que para lograr más multas de tráfico se añade un nuevo peligro a este paso. Las fuentes municipales indican que responde esta colocación a «criterios de seguridad», pero son cada vez más las voces que se alzan en contra e indican que estas fotografías les saldrán más rentables a su larga lista de multas.

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