Los radares, responsables de vigilar que se cumplan los límites de velocidad, no entienden de política, por eso las multas de tráfico son un riesgo también para sus responsables que en materia de sanciones se convierten en completos mortales, pero tras la notificación ¿se siguen los trámites frecuentes?

El hecho de pillar infraganti a un político superando con creces los excesos de velocidad, es un ejemplo más de la eficacia de los radares, que no hacen distinciones y que vigilan escrupulosamente para que se cumpla lo acordado por la ley. Sin embargo lo que verdaderamente preocupa al ciudadano de a pie es que tras la notificación, la multa de tráfico se pierda entre papeles y papeles, en tramas administrativas y burocráticas interminables y muy rentables para nuestros dirigentes.

Siendo realistas, si cometer una infracción de tráfico tiene algunas diferencias según el territorio en el que nos movamos y su necesidad recaudatoria, mayor abismo se abre si el afectado pertenece a la clase política o tiene algún vínculo con agentes o controladores.

Auténticas tramas han quedado al descubierto que denunciaban directamente como alcaldes de algunos municipios de España, aprovechaban los favores de su puesto para poder librarse de pagar multas de tráfico, prometiendo cumplir su deuda con los fieles agentes que dejaban aparcada la ética para arrimarse al mejor postor. Del mismo modo, utilizando no sólo el tráfico de influencias sino también la propia posición, muchos agentes han provechado para entre ellos quitarse sanciones incómodas que luego aplican duramente contra los conductores.

Está claro que quien hace la ley, hace la trampa y que en los momentos difíciles que vivimos, las multas se han convertido en un instrumento básico para ganar dinero y tapar agujeros de los municipios y ciudades. Nadie está exento de que tras cometer el pecado de la infracción, quede libre de la pena, aunque si se es político o se ostenta algún cargo, es más fácil de evadir.

Pero para no ser tan negativos y tirar piedras contra ciertos métodos de justicia poco justa, también habrá que considerar que no todo el mundo peca de poco honrado y que si se va contra las normas de tráfico se cumple el castigo dispuesto. Un ejemplo reciente sería la conducción que protagonizó el exportavoz popular Miguel Ángel Rodríguez que tras cuadruplicar la tasa de alcohol permitida provocó un aparatoso accidente en las céntricas calles de Madrid y cuyo caso ha servido para concienciar de seguridad vial, sin ningún tapujo o la multa de tráfico que valió la dimisión de un político británico.

Y como mención especial a la honradez y al saber cumplir con el trabajo sin ninguna distinción, estaría el caso de un agente que se multó a sí mismo por conducir sin casco cuando iba en una moto de servicio. Lo cierto y verdadero que esta noticia no tiene su protagonismo en España, ¿por qué será?

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