El hecho de que creamos que no hay un control cerca no nos libra de tener que cumplir con las velocidades y normas reglamentarias de conducción. En muchas ocasiones pecamos de ingenuos y confiados, al considerar que nuestras infracciones pasan desapercibidas a los ojos de los demás, aunque no para los de la DGT.
El control que Tráfico dispone a lo largo de toda la geografía española no sólo se limita en las carreteras, sino que alcanza y surca los cielos mediante el trabajo que desempeñan helicópteros especializados -entre ellos el recién llegado Pegasus– que son los principales responsables de que la DGT capte infracciones al vuelo que de otra forma creeríamos que pasarían desapercibidas.
Un instrumento que además de servir para que no se escapen multas de tráfico, nos ha dejado patente algunas de las locuras más grandes que se cometen en la carretera y que se tratan de comportamientos de auténtico riesgo para todos los que en ese momento se encuentran en la vía.
Por eso desde el aire se ha podido comprobar como son más frecuentes de lo que creemos los desplazamientos laterales injustificados o el hecho de adelantar por el carril de la derecha, en un intento por mostrar velocidad sin límites aunque se traspasen barreras legales, tal como queda detallado en el Reglamento General de Circulación salvo en escasas excepciones, como cuando el vehículo que nos precede pretende girar a la izquierda o parar en ese lado.
Del mismo modo y aunque en campañas es uno de los motivos más recurrentes para Tráfico, las multas por utilizar el móvil al volante siguen siendo de las más elevadas. Un simple gesto que creemos que pasará sin repercusiones ni sanciones y que por el contrario la DGT capta al vuelo.
Sanciones que pueden terminar en consecuencias mayores y por las que existe un férreo control aunque a veces creamos todo lo contrario en nuestro intento de convertirnos en dioses sin ningún control de las carreteras.
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