Una noche de diversión le ha costado especialmente cara a un joven de Pontevedra. Abel Garrido, residente en Mos, regresaba a su domicilio cuando la Guardia Civil le paró para hacer un control de alcoholemia. La sorpresa a todo esto no fue que saliese positivo, o la multa que más tarde recibiría, sino que el joven gallego, circulaba montado en una bicicleta.

Para los controles de la Guardia Civil nadie esta exento de riesgo y el hecho de circular con un vehículo de cualquier tipo, ya es suficiente pretexto para dar el alto y confirmar las pertinentes pruebas. De ahí que para el caso, Abel Garrido no contase con un buen motivo para excusar su comportamiento en la carretera. «Ví el control y la verdad, no creía que me parasen. No iba dando bandazos ni nada de eso, aunque reconozco que bebí dos o tres copas», relató el joven de Mos. Sin embargo, lejos de lo esperado la Guardia Civil le paró, en el túnel de Ramilo, un vial de servicio que discurre en paralelo a la Autovía Vigo-Porriño (A-55).

En un principio el joven de Mos, consideró que esto se debería a que no llevaba el casco ni chalecho reflectante, además de la luz delantera estropeada. Una serie de motivos suficientes para contar con una multa en la cartera. Pero para su sorpresa le hicieron un control de alcoholemia que salió positivo (0.60 miligramos de alcohol por litro de sangre), es decir triplicaba el nivel máximo de alcoholemia permitido que en la actualidad es de 0,25mg/l.

Al tratarse de un ciclista en el caso, el operativo cambió, dado que si hubiera sido un automóvil se le hubiera inmovilizado inmediatamente pero al tratarse de una bicicleta se le impuso la multa de 500 euros en este caso y se le indicó que para continuar su camino tenía que llevar la bici en la mano. Una condición que este joven sólo respetó en los 100 primeros metros de su detención.

 

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