POLÍTICA DE CONTROL DE VELOCIDAD
  • La reordenación de los cinemómetros en Catalunya acabará antes del fin del verano
  • Trànsit ha movido los tres dispositivos que más recaudaban de toda la red

 El Periódico – 26/07/2011

CRISTINA BUESA
MONTCADA I REIXAC

Ayer por la mañana, alrededor de las 10.30 horas, unos operarios cavaban una zanja en el margen de la C-31 en Castell-Platja d’Aro (Baix Empordà). En el kilómetro 312. Un mes después de que se inaugurarael desdoblamiento de esta carretera hasta Palamós, se está ultimando la instalación de los  radares que están previstos en esta vía. Este es solo uno de los 30 cinemómetros que el Servei Català de Trànsit tiene previsto colocar antes de acabar el verano en las carreteras catalanas.

El de Platja d’Aro es uno de esos 30. En total, según una portavoz de Trànsit, ya se han ubicado 20 de los que estaban previstos en el plan que este diario detalló a principios de mayo (ver mapa anexo). La idea de la Conselleria de Interior era tenerlos antes de final de este mes, pero las dificultades a la hora de pedir permisos para las obras y de homologar estos dispositivos han retrasado algunas semanas estos propósitos.

CARTEL QUE AVISA

A escasos metros de donde estaban los trabajadores de la empresa que instala los dispositivos de velocidad, un cartel avisaba del radar. Esta es una política de los responsables de la Generalitat que, en contra de lo que hacen otros países europeos, prefieren alertar a los conductores de que hay un sistema que vigila si cumplen la ley. En ese tramo, de hecho durante toda la autovía, solo se puede ir a 100 kilómetros por hora. Los turismos, casi sin excepción, frenan tras leer la señal de aviso.

Sin embargo, este cartel todavía no se ha instalado en la C-33 en Montcada i Reixac (Vallès Occidental), donde hace pocos días que se ha cambiado de sitio el controvertido radar del que el director de Trànsit, Joan Aregio, se quejó porque no cumplía con el objetivo de que los usuarios levantaran el pie del acelerador. En ese lugar, en el kilómetro 82,5 de la carretera, se habían impuesto sanciones por valor de cinco millones de euros en solo tres años. Aregio aseguró que junto a ese había otros dos –uno en la B-23 en Molins de Rei (Baix Llobregat) y otro en la C- 16 en Navàs (Bages)– que tampoco se adaptaban al objetivo.

OBRAS EN LA B-23

El nuevo radar de la C-33 está situado unos dos kilómetros antes de lo que estaba en dirección a Barcelona, justo a la altura de la fábrica de cemento Lafarge, detrás de uno de los pórticos de señalización que cruzan la vía. Apunta a dos de los tres carriles de circulación en sentido a Girona. Y la gran diferencia con su predecesor es que está en un tramo donde se puede viajar a 120 kilómetros por hora, al contrario del otro, que disparaba el flas cuando se iba a 100.

En el caso de la B-23 se ha aprovechado el inicio de las obras para colocar los pórticos de indicaciones de la futura zona de velocidad variable para sacarlo del kilómetro 10, donde disparaba más de la cuenta.

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