Se trata de una tecnología que todavía está en fase de pruebas pero que se postula como una herramienta clave del futuro, así como dentro de una nueva gama de radares más evolucionados y sofisticados que con los que contamos en la actualidad.
El nuevo dispositivo de control en apariencia guarda muchas similitudes con los radares a los que estamos acostumbrados a ver en las carreteras. Sin embargo su gran diferencia radica en que éste funciona a través de ondas electromagnéticas que lanza contra los vehículos pudiendo en escasos segundos llegar a frenar la electrónica de cualquiera de ellos. Un cambio bastante radical a lo habitual dado que este radar en vez de poner multas, se dedicaría a frenar e incluso paralizar a los coches que no están cumpliendo con los límites reglamentarios.
Creado por una empresa británica y por nombre Safe Stop, esta tecnología se postula como una gran alternativa en el futuro, al apostar por la seguridad frente al afán recaudatorio con el que se establecen muchos radares. Su misión no es poner cuantas más multas de tráfico mejor, sino bloquear y perturbar la tecnología de los vehículos a través de sus ondas de radiofrecuencia que terminan deteniendo los motores sin que el conductor pueda hacer nada al respecto.
Sin embargo todavía se encuentra en pruebas y quedan por resolver numerosos interrogantes antes de que lo encontremos operativo en las carreteras. Uno de los que más preocupa es si su potencia puede dejar dañados para siempre elementos vitales del sistema de frenado de los vehículos o si lograría el mismo efecto ante velocidades muy elevadas, dado que en las pruebas no se han llevado a cabo a más de 30 km/h. Detalles a pulir que pretenden proyectos tan ambiciosos como llegar en un futuro a paralizar hasta barcos.
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