Lo del exceso de sanciones no es un asunto que sólo afecte a nuestro país y aunque aquí se haya extendido esta práctica como una epidemia, también hay rincones alrededor del mundo que lo sufren masivamente y por las circunstancias más extrañas que jamás hubiésemos imaginado.
Entre el elenco de situaciones que rozan la ficción y la auténtica risa, nos encontramos el caso que se experimenta en Florida (Estados Unidos). Allí moverse en elefante aunque parezca difícil de creer, no es tan extraño, así como el hecho de que estos atados a un parquímetro cuenten como un estacionamiento normal y se tenga que pagar por su inmovilización la pertinente cuantía de estacionamiento.
Del mismo modo y retando a las auténticas creatividades que pueden surgir de unos cristales sucios en un coche, una práctica que en nuestro país está más que consolidada y que resulta a veces un verdadero arte, en Rusia no se andan por las ramas y ante un vehículo sucio no hay más respuesta que una respectiva multa de tráfico. No hay lugar para dejar los típicos mensajes o chistes que tantas sonrisas en un momento u otro a nosotros nos han despertado.
Y del frío clima ruso, saltamos a otro que también sabe lo que es sufrir duros inviernos. Una razón que puede que sea el principal motivo en Dinamarca de que las personas sin techo tiendan a refugiarse en los bajos de los vehículos. Una práctica peligrosa que ha terminado creando una norma concreta. Así, los conductores como protocolo habitual en este país nórdico no sólo tienen que ponerse el cinturón, ajustar asiento y retrovisores, sino asegurarse también de que no hay personas por debajo del auto antes de arrancar.
Para concluir esta selección de comportamientos castigados con multas de tráfico de lo más raros, nos trasladamos a Manila. En la capital de las Islas Filipinas véase por motivos de contaminación o por pura superstición, los vehículos que terminan sus matrículas en 1 y 2 no pueden circular los lunes. Una norma que vista desde el lado positivo, les ahorra gasolina y atascos a los conductores resignados que cuentan con esos dígitos al final de sus matrículas.
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