La existencia de radares móviles ha obligado a muchos conductores aficionados a la velocidad a pisar el freno. El temor a las multas de tráfico tan frecuentes en estos tiempos, ha obrado junto con la persistente misión de estos controles especializados, que la velocidad en las carreteras no sea tomada como un juego. Sin embargo y aunque sirven como instrumento para la concienciación de los conductores, estos radares se han convertido en la mejor arma recaudatoria, para llenar las arcas en estos tiempos de los maltrechos ayuntamientos.
De manera concreta, tal como han revelado los informes de la Policía Local y Agentes de la Guardia Civil de Salamanca, según los últimos datos de 2012, los controles de radares móviles incrementaron un 18,5%. Esto dio lugar a que habiendo más vigilancia en las carreteras, fuese más sencillo captar las infracciones que los conductores cometen a diario, siendo su principal pecado: la velocidad. En total y según los datos facilitados por la Jefatura Provincial de Tráfico 85.455 conductores más fueron controlados en las carreteras y vías urbanas de Salamanca respecto al 2011.
El resultado de este exhaustivo control, implica 25.178 conductores denunciados, lo que supone un 73% más de multas que el año pasado. Un incremento más que notable que encuentra en los radares móviles su principal responsable. Una vigilancia intensiva que se ha reforzado por el mero hecho de que con la crisis económica no se pueden instalar más radares fijos, pero se necesita recaudar dinero a base de sanciones y en esta cuestión es donde encuentran su efectiva función los radares móviles.
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